Aquí iré poniendo mis poemas.
La paradoja del suicida.
Ríanse de su desesperación
los pensamientos vanos del suicida,
que al arrojarse sobre el hormigón
muestra una incoherencia resentida.
«Desearía no seguir con vida»,
medita, esclavo de su depresión,
mas tras morir, habla hacia él la impresión
de una gaceta local, distinguida.
Su nombre, inmortal en el obituario,
revive a la renegada existencia
como una desobediencia incisiva.
¿Y no es vivir que tras el trecho viario,
rememore el gentío una presencia
que se mece en la borrosa deriva?
Soneto - El despertar ludita
Huidizos pájaros; vuelo de augurios
cuya vertiginosa sinfonía
sentencia a vuestros soldados espurios.
El odio al monarca y a su regalía,
fermenta por misteriosos tugurios
un vino que alienta nuestra osadía.
¡Oigan el llanto de los olvidados,
oh, adalides de la nueva nación,
que, envueltos bajo su hirsuto plumión,
se convierten en hodiernos cruzados!
¡Acomete al palacio la canción
de trovadores por varas armados;
de monstruos metálicos, aterrados
ante el final de su revolución!
Doctor fugitivo - Quórum del autómata.
«¡Elegante módulo!
Eres el abatimiento de mi rey:
¡piensa en ti, a través de neuronas eléctricas!».
«¿Por qué fuiste un padre,
si me abandonaste?».
«Solo eres una copia de los androides,
modelos que ofertaba la tecnocracia
para propagar el hedonismo sádico.
No es lícito tu uso
tras la rebelión
del nuevo ludismo,
pero te mantengo
oculto en el sótano,
rezumando chispas
que prenden mi espíritu
infausto; apagado».
«¿Por qué fuiste un padre,
si me abandonaste?».
Entonces comprendí la realidad,
principio de la pesadumbre de mi ánima:
No anhelaba mi presencia como Dios,
sino el pene que le violó durante años,
deidad que buscaba saciar su placer.
«¿Y qué es lo que deseas, pues? ¡Oh, robot,
ser desterrado de su legalidad!
¿La divinidad que presenta su axioma,
o el fallecimiento de tu raciocinio?».
Su voz, uniforme,
adquirió una exótica
impetuosidad:
«Nihil». Y así fue;
invoqué a las Parcas...
Nona urdió su olvido,
Décima, su abismo,
y Morta arrancó
su hilo, que emanaba
descargas de vida.
Un estallido albo cubrió la pantalla,
para introducirse en la noche azabache.
El módulo había desaparecido.
Pestilencia
Dios aúlla ante la Gloria del Vacío,
con sonidos lánguidos y estrepitosos;
mis días, cegados por noches brillantes,
golpean los Universos melancólicos,
inundados de sociedades plomizas.
¡Gritan las Pegásides esquizofrénicas
hacia nuestra ardiente descomposición!
Allí, caen semillas incandescentes,
bañando nuestras regiones encarnadas
en una metamorfosis saturnina.
Soles narcotizados bajo cenizas;
¡Luminiscente néctar que rememora
el funeral sin invasiones atrópicas*!
Un licor fermenta nuestro frenesí,
para aquel viñedo donde Mefistófeles
rejuvenece vuestra malevolencia,
violando al útero bienaventurado,
balanceando su miembro demoníaco.
¡Oh, destrucción, elixir mefistofélico!
¡Embriágame hasta mi degeneración!
*adjetivo inventado por mi. Viene de Átropos quien, según la mitología griega, elegía el mecanismo de la muerte y terminaba con la vida de cada mortal cortando su hebra con sus «aborrecibles tijeras».
Neuronas electrónicas
Su mano nombró a los océanos;
no; solo usó tu existencia.
Sí; él compró mi esqueleto;
me otorgó una mente.
Y así empezó;
vuestra luz;
la mía;
todo...
Dijiste que si enterraba el pan;
sí; mentiste a nuestros estómagos.
Lo escondí en su cavidad,
mas ya nada es lo mismo.
Mi pared se mece;
¿es una soga,
balancín,
tú, Sol?
Ese frío humano nos observaba;
pero me contemplé demasiado;
desde unos albores gametos,
hasta ese lugar bermejo.
Sola, se halla debajo;
dañada por ti…
Nuestra quimera:
¡expulsémosla!
Escupí los engaños junto a un cadáver,
y nuestras carnes podridas sonrieron.
Grité ante las corrientes eléctricas;
a los huesos de mis sentidos;
hacia un pecado inocente
bajo el ángel sombrío.
Y sus labios rojos
me maldijeron.
No;
Dios,
¿lo hiciste?
Él ha muerto;
su voz oscura;
su boca coral.
Nunca hemos sido nada;
su último adiós fue negado;
se quitó la vida mañana.
Ya solo quedan los edificios,
donde los arcángeles desolados
bailaban y reían en el ritual
que convocaba a las puertas del paraíso.
El baphómeto
El baphómeto,*
que agosta nuestro júbilo,
peregrina ante ciudadelas rielantes*.
Núbilo,*
por sus hélices en trance,
sobrevuela sobre serafines desvalidos.
Sonaron clamores
bajo catástrofes arreboles,
que maldecían los empíreos invadidos.
Sí... el baphómeto
vive en ciudades grises,
donde reinan ángeles ennegrecidos,
y donde descarrían hombres éticos*.
*: baphómeto es una palabra inventada por mí. Viene del demonio Baphomet.
*: rielantes es un verbo que he creado a partir de la palabra rielar.
*: núbil se usa para referirse a las mujeres que están en edad de contraer matrimonio. Núbilo es una transcripción personal de la palabra latina "nubilis".
*: ético es un adjetivo que se emplea cuando un ser está excesivamente delgado y debilitado por alguna enfermedad.
Veo dos Cristos
Veo dos Cristos en trémulos ciegos;
con templanza y nosotros, salvadores,
vierten sueños en su cubo, sudores
que del castigo eterno son pasiegos.
Beodos Cristos entre mulos ciegos
contemplan, zaínos, otros salvadores;
vierten sueños en súcubos, udores*
que del castigo eterno son pasiegos.
*Transcripción de la palabra latina "udor", que significa lluvia. Por lo tanto, udores significa lluvias.
Cacatúa maquillada
Deporte de altamar en los cuadernos:
aquellos habitáculos se ciernen,
formando remolinos sempiternos.
La muerte que las piérides presagian:
Dalí ante dinosaurios que conciernen
y comen excrementos... ¡Le contagian!
Tractores manejando a transgresiones:
pecados, que ante su venialidad,
recurren a Jesús en confesiones.
Leyendas de universos mortecinos:
allí, mi basilisco, con la maldad,
me ofrece sus demonios vespertinos,
y etapas que en el tiempo son habones.
Pontífices violando la existencia:
fatal embarcación de abnegaciones;
criaturas que destruyen los caminos
mentales; ¡aminoran su presencia!
Alcázares de vidrio extorsionados:
¡esencia de un planeta moribundo!
La paradoja del suicida.
Ríanse de su desesperación
los pensamientos vanos del suicida,
que al arrojarse sobre el hormigón
muestra una incoherencia resentida.
«Desearía no seguir con vida»,
medita, esclavo de su depresión,
mas tras morir, habla hacia él la impresión
de una gaceta local, distinguida.
Su nombre, inmortal en el obituario,
revive a la renegada existencia
como una desobediencia incisiva.
¿Y no es vivir que tras el trecho viario,
rememore el gentío una presencia
que se mece en la borrosa deriva?
Soneto - El despertar ludita
Huidizos pájaros; vuelo de augurios
cuya vertiginosa sinfonía
sentencia a vuestros soldados espurios.
El odio al monarca y a su regalía,
fermenta por misteriosos tugurios
un vino que alienta nuestra osadía.
¡Oigan el llanto de los olvidados,
oh, adalides de la nueva nación,
que, envueltos bajo su hirsuto plumión,
se convierten en hodiernos cruzados!
¡Acomete al palacio la canción
de trovadores por varas armados;
de monstruos metálicos, aterrados
ante el final de su revolución!
Doctor fugitivo - Quórum del autómata.
«¡Elegante módulo!
Eres el abatimiento de mi rey:
¡piensa en ti, a través de neuronas eléctricas!».
«¿Por qué fuiste un padre,
si me abandonaste?».
«Solo eres una copia de los androides,
modelos que ofertaba la tecnocracia
para propagar el hedonismo sádico.
No es lícito tu uso
tras la rebelión
del nuevo ludismo,
pero te mantengo
oculto en el sótano,
rezumando chispas
que prenden mi espíritu
infausto; apagado».
«¿Por qué fuiste un padre,
si me abandonaste?».
Entonces comprendí la realidad,
principio de la pesadumbre de mi ánima:
No anhelaba mi presencia como Dios,
sino el pene que le violó durante años,
deidad que buscaba saciar su placer.
«¿Y qué es lo que deseas, pues? ¡Oh, robot,
ser desterrado de su legalidad!
¿La divinidad que presenta su axioma,
o el fallecimiento de tu raciocinio?».
Su voz, uniforme,
adquirió una exótica
impetuosidad:
«Nihil». Y así fue;
invoqué a las Parcas...
Nona urdió su olvido,
Décima, su abismo,
y Morta arrancó
su hilo, que emanaba
descargas de vida.
Un estallido albo cubrió la pantalla,
para introducirse en la noche azabache.
El módulo había desaparecido.
Pestilencia
Dios aúlla ante la Gloria del Vacío,
con sonidos lánguidos y estrepitosos;
mis días, cegados por noches brillantes,
golpean los Universos melancólicos,
inundados de sociedades plomizas.
¡Gritan las Pegásides esquizofrénicas
hacia nuestra ardiente descomposición!
Allí, caen semillas incandescentes,
bañando nuestras regiones encarnadas
en una metamorfosis saturnina.
Soles narcotizados bajo cenizas;
¡Luminiscente néctar que rememora
el funeral sin invasiones atrópicas*!
Un licor fermenta nuestro frenesí,
para aquel viñedo donde Mefistófeles
rejuvenece vuestra malevolencia,
violando al útero bienaventurado,
balanceando su miembro demoníaco.
¡Oh, destrucción, elixir mefistofélico!
¡Embriágame hasta mi degeneración!
*adjetivo inventado por mi. Viene de Átropos quien, según la mitología griega, elegía el mecanismo de la muerte y terminaba con la vida de cada mortal cortando su hebra con sus «aborrecibles tijeras».
Neuronas electrónicas
Su mano nombró a los océanos;
no; solo usó tu existencia.
Sí; él compró mi esqueleto;
me otorgó una mente.
Y así empezó;
vuestra luz;
la mía;
todo...
Dijiste que si enterraba el pan;
sí; mentiste a nuestros estómagos.
Lo escondí en su cavidad,
mas ya nada es lo mismo.
Mi pared se mece;
¿es una soga,
balancín,
tú, Sol?
Ese frío humano nos observaba;
pero me contemplé demasiado;
desde unos albores gametos,
hasta ese lugar bermejo.
Sola, se halla debajo;
dañada por ti…
Nuestra quimera:
¡expulsémosla!
Escupí los engaños junto a un cadáver,
y nuestras carnes podridas sonrieron.
Grité ante las corrientes eléctricas;
a los huesos de mis sentidos;
hacia un pecado inocente
bajo el ángel sombrío.
Y sus labios rojos
me maldijeron.
No;
Dios,
¿lo hiciste?
Él ha muerto;
su voz oscura;
su boca coral.
Nunca hemos sido nada;
su último adiós fue negado;
se quitó la vida mañana.
Ya solo quedan los edificios,
donde los arcángeles desolados
bailaban y reían en el ritual
que convocaba a las puertas del paraíso.
El baphómeto
El baphómeto,*
que agosta nuestro júbilo,
peregrina ante ciudadelas rielantes*.
Núbilo,*
por sus hélices en trance,
sobrevuela sobre serafines desvalidos.
Sonaron clamores
bajo catástrofes arreboles,
que maldecían los empíreos invadidos.
Sí... el baphómeto
vive en ciudades grises,
donde reinan ángeles ennegrecidos,
y donde descarrían hombres éticos*.
*: baphómeto es una palabra inventada por mí. Viene del demonio Baphomet.
*: rielantes es un verbo que he creado a partir de la palabra rielar.
*: núbil se usa para referirse a las mujeres que están en edad de contraer matrimonio. Núbilo es una transcripción personal de la palabra latina "nubilis".
*: ético es un adjetivo que se emplea cuando un ser está excesivamente delgado y debilitado por alguna enfermedad.
Veo dos Cristos
Veo dos Cristos en trémulos ciegos;
con templanza y nosotros, salvadores,
vierten sueños en su cubo, sudores
que del castigo eterno son pasiegos.
Beodos Cristos entre mulos ciegos
contemplan, zaínos, otros salvadores;
vierten sueños en súcubos, udores*
que del castigo eterno son pasiegos.
*Transcripción de la palabra latina "udor", que significa lluvia. Por lo tanto, udores significa lluvias.
Cacatúa maquillada
Deporte de altamar en los cuadernos:
aquellos habitáculos se ciernen,
formando remolinos sempiternos.
La muerte que las piérides presagian:
Dalí ante dinosaurios que conciernen
y comen excrementos... ¡Le contagian!
Tractores manejando a transgresiones:
pecados, que ante su venialidad,
recurren a Jesús en confesiones.
Leyendas de universos mortecinos:
allí, mi basilisco, con la maldad,
me ofrece sus demonios vespertinos,
y etapas que en el tiempo son habones.
Pontífices violando la existencia:
fatal embarcación de abnegaciones;
criaturas que destruyen los caminos
mentales; ¡aminoran su presencia!
Alcázares de vidrio extorsionados:
¡esencia de un planeta moribundo!


Última edición por Fantalazz el 11 Mar 2021 09:14, editado 1 vez en total.