«La voz
de Dios llega a los habitantes
del Paraíso: «he decidido erradicar la
ley para las personas non gratas.
Desde hoy
el Purgatorio abrirá sus puertas
a violadores, asesinos, ladrones,
maltratadores, pedófilos, estafadores,
satanistas, dictadores, psicópatas,
caníbales, mafiosos, usureros,
racistas, homófobos,
(...)».
«¿Esta grabación la hicisteis vosotros,
cierto?»
«Sí»
«¿Cuál fue vuestra reacción?»
«Exclamaciones de disgusto,
sólo eso.
¿Que
nuestra
familia tenía
que agrandarse?
Sí, éramos pocos miembros,
pero nadie quería juntarse
con gente de esa
calaña».
«¿Cuál fue su justificación?
La de vuestro líder, digo».
«Que en el mundo de un Dios
benévolo no puede existir
el Infierno.
Publicó la grabación
para dar a entender
su bondad».
«Entiendo. Puede irse».
Salgo de la sala de interrogatorio.
Marcharé a no sé dónde.
Toda mi vida estaba
en
esa
puta secta».
«Así fue la carta de suicidio
de uno de los miembros de la Orden».
«¿Así que además de suicida, poeta?
Esta secta tenía a unos personajes
curiosos».
El hombre aparta su periódico, y
mira, dubitativo, por la ventana
del metro;
las paradas
se suceden
una detrás
de otra
hasta que el hombre baja.
de Dios llega a los habitantes
del Paraíso: «he decidido erradicar la
ley para las personas non gratas.
Desde hoy
el Purgatorio abrirá sus puertas
a violadores, asesinos, ladrones,
maltratadores, pedófilos, estafadores,
satanistas, dictadores, psicópatas,
caníbales, mafiosos, usureros,
racistas, homófobos,
(...)».
«¿Esta grabación la hicisteis vosotros,
cierto?»
«Sí»
«¿Cuál fue vuestra reacción?»
«Exclamaciones de disgusto,
sólo eso.
¿Que
nuestra
familia tenía
que agrandarse?
Sí, éramos pocos miembros,
pero nadie quería juntarse
con gente de esa
calaña».
«¿Cuál fue su justificación?
La de vuestro líder, digo».
«Que en el mundo de un Dios
benévolo no puede existir
el Infierno.
Publicó la grabación
para dar a entender
su bondad».
«Entiendo. Puede irse».
Salgo de la sala de interrogatorio.
Marcharé a no sé dónde.
Toda mi vida estaba
en
esa
puta secta».
«Así fue la carta de suicidio
de uno de los miembros de la Orden».
«¿Así que además de suicida, poeta?
Esta secta tenía a unos personajes
curiosos».
El hombre aparta su periódico, y
mira, dubitativo, por la ventana
del metro;
las paradas
se suceden
una detrás
de otra
hasta que el hombre baja.

